Mañas
Ese rollo económico entonces no formaba parte de mis preocupaciones. Lo
realmente preocupante era la corbata que pasó a ser la primera y más importante
lección de protocolo que recibiríamos del preceptor y educadores: el nudo de la
corbata. No sé si era el nombre de preceptor o era el de jefe de estudios por
el que conocíamos al subdirector del Donoso.
No sé cuántas horas dedicaríamos a aprender
a hacer el nudo simple y, luego, a las semanas, el nudo doble. Lección
de gran calado ya que se insistía en que la corbata se arrugaba mucho anudada,
por lo que cada vez que la utilizásemos había que anudar y desanudar después.
¡Anda que tardamos mucho en ahorrar tiempo! Un nudo simple o doble, bien
apretado, y, cuando hubiera que deshacerlo, ya veríamos las consecuencias. De
momento con uno y, a poder ser, para siempre, ganaríamos en agilidad.
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