lunes, 23 de abril de 2012

Mañas

Mañas
Ese rollo económico entonces no formaba parte de mis preocupaciones. Lo realmente preocupante era la corbata que pasó a ser la primera y más importante lección de protocolo que recibiríamos del preceptor y educadores: el nudo de la corbata. No sé si era el nombre de preceptor o era el de jefe de estudios por el que conocíamos al subdirector del Donoso.
No sé cuántas horas dedicaríamos a aprender  a hacer el nudo simple y, luego, a las semanas, el nudo doble. Lección de gran calado ya que se insistía en que la corbata se arrugaba mucho anudada, por lo que cada vez que la utilizásemos había que anudar y desanudar después. ¡Anda que tardamos mucho en ahorrar tiempo! Un nudo simple o doble, bien apretado, y, cuando hubiera que deshacerlo, ya veríamos las consecuencias. De momento con uno y, a poder ser, para siempre, ganaríamos en agilidad.

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