miércoles, 25 de abril de 2012

Posteridad





Al final todos aprendimos a hacer el nudo de la corbata, de lo que yo presumía en mi familia, eso sí, usando la única corbata de que se disponía: la del uniforme.
Con habitación asignada en el sector C y ya con compañeros y con el uniforme dispuesto para las obligaciones colegiales, sólo quedaba lo más importante: el instituto, razón académica de peso sobre la que se fraguaría todo el proyecto de “hombre de provecho para el día de mañana” (que es hoy). Pero antes una obligación por parte de la familia: era imprescindible una foto, tamaño carnet, para el libro de escolaridad. Me imagino que serían dos ya que una conservo en el libro y la otra es lógico que se quedaría para el archivo del Brocense.
Como fuera impensable tal requisito hubo que recurrir a la cámara fotográfica de emergencias (me imagino muy conocida por todos los pueblerinos que acudíamos al “Brocense”)  instalada en el descansillo de  las escaleras que hay junto al “Requeté,” tienda de telas y ropas de indudable popularidad, que no sé si sobrevive. Allí me esperaba el armatoste en un trípode de madera, con un cortinaje negro detrás del que desaparecía el fotógrafo, para retratarme. Toda una novedad y lo sorprendente es el actual estado de la foto, a pesar de sus tonos oscuros y grises descompensados, aún me reconozco con mi cara de sorpresa.

1 comentario:

  1. Yo también estuve en el Donoso Cortés en esta epoca, entre 1971 y 1974, me llamo Félix González Albalá. Todo el mundo me llamaba Albalá. No si te acuerdas.

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